Día 1 – Mamá, esto es lo que aún me duele
Día 1 – Mamá, esto es lo que aún me duele
Mamá…
Hoy no te escribo desde la
exigencia, ni desde el enojo, ni siquiera desde la necesidad de que me
respondas.
Hoy te escribo para poder escucharme.
Para atreverme, por fin, a nombrar lo que durante años guardé en silencio.
Esto es lo que aún me duele…
Me duele haber crecido con la
sensación de que todo lo valioso debía ganarse con sacrificio.
Me duele recordar cómo a veces te desvivías por todos, menos por ti… y sin
querer, me diste ese ejemplo como si fuera virtud.
Me duele la escasez que viviste, no solo la económica, sino la emocional…
Esa escasez de descanso, de ternura para ti, de sueños propios, de
reconocimiento.
Me duele que en tus palabras —y más
aún en tus silencios— se me haya quedado la idea de que tener dinero era
peligroso, egoísta, imposible o incluso indigno.
Me duele haber aprendido que si algo llegaba fácil, entonces no valía.
Que si disfrutaba demasiado, era porque no estaba “sufriendo lo suficiente”
para merecerlo.
Y también me duele cómo tu
cansancio, tu agotamiento y tu lucha me enseñaron a temer la abundancia.
Porque si tú no pudiste vivirla, yo me preguntaba:
¿Entonces con qué derecho lo haría yo?
Sé que hiciste lo que pudiste.
Que te esforzaste más allá de lo humanamente posible.
Y que lo hiciste por amor…
Pero aun así, me duele.
Porque dentro de mí quedó una
confusión:
una parte que te admira y otra que se siente atrapada por el modelo que me
transmitiste.
Y hoy estoy aquí, escribiéndote
esto, no para culparte, sino para reconocer mi herida.
Porque si la ignoro, la sigo
cargando.
Pero si la nombro… puedo comenzar a soltarla.
Esto que me duele no borra lo que
agradezco.
Esto que me pesó no niega el amor que me diste.
Solo muestra que soy una mujer que quiere caminar ligera, y que para
hacerlo, necesita mirar atrás con sinceridad.
Mamá, esto es lo que aún me duele.
Y por primera vez… me doy el permiso de decirlo en voz alta.
Para empezar a sanar.
Para tomar la vida.
Para abrirme a lo que también merezco.
Gracias por escucharme desde el
alma.
Aún si no lo entiendes.
Aún si no estás aquí.
Te honro.
Y me reconozco.
Hoy doy el primer paso.
➡️ Leer el Día 2:
👉 La niña que fui y lo que necesitaba de ti
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