Día 14 – Me libero de los mandatos que apagaron tu voz
Mamá…
Hoy no solo pienso en ti…
pienso en todas esas veces en que callaste lo que ardía por decir,
en que tuviste que sonreír con el alma rota,
en que aguantaste por deber, y no por elección.
Pienso en cuántas veces fuiste moldeada, limitada, domesticada…
por mandatos que no eran tuyos, pero que te los hicieron creer como ley.
-
“No levantes la voz.”
-
“Calladita te ves más bonita.”
-
“Una mujer buena lo soporta todo.”
-
“No te quejes, hay quienes están peor.”
-
“Sé fuerte, no llores.”
-
“Más vale un mal marido que estar sola.”
-
“El dinero no da la felicidad, pero hay que conformarse.”
Y con esos mandatos, apagaron tu voz, tu cuerpo, tu deseo, tu alegría.
Y a veces, sin querer, me los transmitiste a mí.
No como castigo, sino como herencia inconsciente.
Y yo… los adopté.
Me vi callándome, complaciendo, minimizándome,
creyendo que pedir, brillar o desear demasiado era peligroso o egoísta.
Pero hoy, mamá…
me detengo.
Hoy reconozco que esa herencia no es mía.
Que esos mandatos te silenciaron a ti…
y que si los sigo obedeciendo, me apago yo también.
“Me libero de los mandatos que apagaron tu voz…
para poder encender la mía.”
Y al hacerlo, no te traiciono.
Te honro.
Porque sé que tú también soñaste con ser más libre.
Porque en tu interior, aunque no pudiste vivirlo, lo deseabas.
Yo soy el fruto de ese deseo no cumplido.
Y por eso, me atrevo.
Me atrevo a hablar.
A elegir.
A poner límites.
A amar sin miedo.
A tener dinero sin culpa.
A dejar de sobrevivir… y empezar a vivir.
Gracias por lo que hiciste con lo que tenías.
Hoy yo elijo hacer algo nuevo con lo que me dejaste.
Con decisión amorosa,
tu hija…
la que elige ser libre sin negarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario