Día 11 – Gracias por darme la vida, aunque haya dolido
Mamá…
Hoy, desde lo más profundo de mi alma, te doy las gracias.
No porque todo haya sido perfecto.
No porque no me haya dolido.
Sino porque ahora entiendo que, aun con todo lo que faltó, tú me diste lo más valioso: la vida.
Y eso…
eso ya lo dice todo.
Tu historia no fue fácil.
Y ahora puedo verlo sin resentimiento.
Puedo ver tus heridas, tus batallas silenciosas, tus decisiones difíciles, tu manera de seguir de pie… incluso cuando sentías que todo se venía abajo.
Puedo ver que no tuviste siempre las herramientas para dar lo que necesitaba.
Y sin embargo, me diste lo que tú no habías recibido.
Tal vez no en la forma que yo esperaba,
pero sí desde el amor posible que había en ti.
Y por eso, mamá, hoy te digo:
“Gracias por darme la vida, aunque haya dolido.”
Gracias por ser canal.
Gracias por ser origen.
Gracias por sostener lo que yo no veía,
por callar lo que nadie agradeció,
por abrirme un camino, aunque tú no lo pudieras recorrer.
Reconozco que muchas veces no entendí.
Me enojé. Me frustré. Me sentí abandonada o confundida.
Pero hoy puedo mirar tu historia desde otro lugar:
el lugar de la mujer que también lucha, que también se cansa, que también quiere hacerlo bien.
Y al mirarte así, algo en mí se ablanda.
Ya no necesito reclamarte.
Hoy solo quiero honrarte.
No como la madre ideal, sino como la mujer real.
La que hizo lo que pudo.
Y la que me trajo al mundo para que yo hiciera lo mío.
Gracias, mamá.
No porque todo haya sido fácil,
sino porque hoy me doy cuenta de que estoy viva…
y eso ya es un milagro.
Con gratitud madura,
tu hija…
la que empieza a sanar el linaje desde el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario