Día 21 – Te honro, me honro… y desde hoy, soy libre
Mamá…
Hoy escribo con el corazón abierto,
con todo lo que soy,
con todo lo que he sentido,
y con todo lo que he aprendido a soltar.
Este camino no fue para juzgarte,
fue para comprenderme.
No fue para señalarte,
fue para rescatarme.
No fue para exigir lo que no fue,
sino para tomar lo que hay…
y hacerlo suficiente.
Hoy te miro como una mujer con tu propia historia.
Una mujer con anhelos, heridas, decisiones y silencios.
No perfecta, no eterna…
pero real.
Te honro porque me diste la vida.
Y porque, aunque no supiste todo,
hiciste lo que estaba en tus manos.
A veces con amor,
otras con miedo,
pero siempre desde tu nivel de conciencia.
Y me honro yo también.
Por haber sobrevivido a lo que no entendía.
Por haber puesto palabras donde antes hubo solo confusión.
Por atreverme a mirar el dolor… y no quedarme allí.
Hoy reconozco mi historia,
y también mi poder para escribir nuevas páginas.
Me reconcilio con mis raíces,
pero sin enredarme en ellas.
Me despido del rol de hija herida,
y abrazo mi rol de mujer consciente.
Porque puedo amarte sin perderme.
Y puedo soltar el dolor sin dejar de agradecer.
Te honro, mamá,
me honro a mí…
y desde hoy, soy libre.
Libre de exigencias imposibles.
Libre de cargas heredadas.
Libre del miedo a traicionar tu historia por elegir la mía.
Libre de culpas que ya no me corresponden.
Libre para amar sin depender.
Libre para brillar, crecer y prosperar… sin pedir permiso.
Este cierre no es un adiós.
Es un “gracias” que abre un nuevo comienzo.
Es un “sí” a la vida que se expresa a través de mí.
Es la afirmación de que puedo honrar mi linaje
sin cargar con su dolor.
Y si alguna parte de ti aún me mira,
quiero que sepas:
Lo logré.
Tu hija hoy se siente en paz.
Porque al fin… se eligió.
—Tu hija,
libre, amorosa, presente…
y profundamente agradecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario